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11 de junio de 2007

Historia del gol de mi vida

"Este sábado me encontraba en mi butaca de la Romareda viendo el partido bajo la lluvia intensa. Aimar cogió el balón y sorteó contrarios como sólo él recuerda y sabe hacer y regaló el esférico al matador argentino. Me quite la capucha y me levante del asiento. Me agarré el escudo de mi casaca argentina con el nombre de Diego Milito a la espalda. La gente entonaba ya las gargantas para cantar el gol y el griterío aumentaba a cada latido de Diego.

Encaró portería y cuando todo parecía indicar que iba a tirar, se inventó un recorte marca de la casa que mandó al córner a Roberto Carlos. El corazón me dio un vuelco pues a mi también me había engañado. Era presa de su pillería, de su astucia goleadora. Era parte de la jugada. Afinó la mirada y con la menos buena endosó un tiro colocado que besó las mallas blanquiazules de la portería.

Yo no me lo podía creer. Era presa del júbilo y con los brazos en alto, los puños apretados y mirando al cielo canté el gol más bonito que jamás había visto. La lluvia me caía en la cara pero pronto descubrí que las gotas que caían de mis ojos no era agua sino lagrimas. Estaba llorando por el gol de Diego Milito. Estaba llorando, pensé. Todo el mundo celebraba el gol saltando. Yo me tuve que sentar. Era increíble. Jamás había llorado con un gol, ni aun siendo mío, ni aun siendo de una final. Sólo lo había conseguido Diego Milito. El se había inventado aquella obra de arte que se había alojado dentro de mi y me obligó a romper a llorar de felicidad. Aquel gol lo llevó guardado en la retina y en el corazón para siempre. Fui y soy parte de su jugada, de su pillería. Soy parte de su gol. Gracias Diego. Por ser el mejor. Mi ídolo."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Subscribo tus palabras, Fer! Sin duda, todo lo que ocurrió el sábado mereció la pena por haber podido ver en directo el gol de Aimar y de Diego Milito (sí, de los dos)

Lo he visto ya 17 veces y todas me parece un auténtico golazo.

Un saludo

Curro