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17 de mayo de 2007

“¡Palop, Palop, Palop!”, gritó la Puerta de Jerez

“¡Palop, Palop, Palop…!”.

La Puerta de Jerez, el escenario habitual donde los aficionados sevillistas celebran los éxitos de su equipo, se volvió a teñir de rojiblanco para celebrar la segunda copa de la UEFA consecutiva bajo un cántico unánime:

“¡Palop, Palop, Palop…!”.


Y es que el héroe de Glasgow no sólo fue protagonista en la ciudad escocesa, sino que en la capital hispalense también se erigió como el protagonista de la noche.


El centro de Sevilla, que no pudo celebrar la campaña pasada el torneo continental por obras, fue el punto de encuentro obligado de todos los hinchas nervionenses, que horas antes habían sufrido y disfrutado en el auditorio Rocío Jurado. Miles de personas se congregaron en el recinto de la Cartuja para ver el partido. Más de 120 minutos de sufrimiento, nervios y lágrimas explotaron cuando el meta sevillano detuvo el penalti a Torrejón. Ni un alma se movió para ver cómo Javi Navarro recibía la copa, para, poco después, partir hacia la Puerta de Jerez cantando el himno del Arrebato.

“No me lo puedo creer, somos los más grandes”, se oía a un niño pequeño que no paraba de sonreír con su camiseta del Sevilla junto a su padre.

No tardaron los sevillistas en llegar a una peatonal Puerta de Jerez que se llenó en un corto espacio de tiempo. Llegaban de todos lados: en coche con la canción del centenario a todo volumen; y por todas las calles anexas coreando el famoso:

“Vamos mi Sevilla, vamos campeón”


Ningún jugador se quedó sin su momento de gloria. Todos fueron evocados entre abrazos y gestos de emoción desorbitada en otra noche mágica para la afición de Nervión, pero claro, los mayores elogios eran para la figura del encuentro.

“Tendríamos que ponerle a Palop una estatua en la Puerta de Jerez”, destacaba un aficionado sevillista.

Otros muchos recordaban: “Sí, sí, sí, nos vamos a Madrid”, pues, después de la UEFA, todos pedían ahora un esfuerzo más para traerse la Copa del Rey a Sevilla.

“Ésta (la copa) sabe mucho mejor que la del año pasado, porque las cosas que se consiguen sufriendo se disfrutan más”, decía otro sevillista que se lamentaba por no haber podido ir a Escocia, mientras un chaval ponía una bufanda en lo alto de la remozada fuente.

La Puerta de Jerez, pese a las mejoras, se quedó pequeña para albergar a todos aquellos que se desplazaron hasta allí.

“Y todavía queda lo mejor, ahora a por la Liga”, destacaban todos.

No cabía un alma, pero todos querían formar parte de una noche escrita en letras de oro en la historia sevillista. Una noche que se alargó hasta altas horas de la madrugada.


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